Los días 13 y 14 de abril, la Federación de Bandas de la Comunidad de Madrid celebró en Getafe el I Congreso de Bandas de Música de esta comunidad. Para abrir el evento, contamos con el reconocido compositor y director Carlos Pellicer, el cual se prestó para una interesante entrevista para inaugurar las jornadas.
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Los orígenes musicales de Carlos Pellicer
―En primer lugar, me gustaría comenzar por tus orígenes. Eres de Benigànim, un pueblo muy cerca del Valle de Albaida. Cuéntame, ¿cómo decidiste empezar en la música?
―Mi banda nació de una primera banda de toda la vida en el pueblo. Es bastante común que unos cuantos músicos, por alguna razón, se separen y formen otra banda. Así surgió en el caso de mi banda. Aunque hace tiempo que estoy un poco desligado por cuestiones profesionales, la banda se formó a partir de una pequeña orquesta llamada La Orquesta Tropical, que se fundó en los años 70. Era un grupo de músicos de la primera banda, y de ahí nació la banda actual. Entré en la banda en 1987, y como en muchos pueblos de Valencia, a pesar de ser pequeños, tienen dos bandas. Pero es común.
―Menos mal que acerté con la banda correcta.
―Sí, exacto. Incluso en pueblos de 300 habitantes es raro que no haya banda, aunque sea pequeña. Pero bueno, eso es lo normal en Valencia. Y así me formé, y después vino todo lo demás.
―Hablando de tu formación, estudiaste clarinete, pero pronto te diste cuenta de que lo que te gustaba era la composición y la dirección. ¿Cómo fue ese proceso?
―Siempre digo que fue por una especie de fobia. Me convertí en compositor y director gracias a mi miedo a tocar en público. Soy clarinetista, pero me ponía enfermo cada vez que tenía que hacer un solo. A mí me apasiona la música, pero el miedo a tocar me frenaba. Así que busqué una salida en la composición y después en la dirección. Me encanta dirigir, aunque es curioso porque dirigiendo estoy más expuesto que tocando. Pero es lo contrario: cara a la banda no tengo miedo, me siento bien.
Un compositor de renombre
―En tu faceta compositiva, has trabajado con músicos como Steven Mead, Ricardo Carvalhoso, Ximo Vicedo o Pacho Flores. Cuéntame, ¿qué supone trabajar con ellos?
―El primero con el que trabajé fue Ximo Vicedo. Siempre he escrito para solistas por encargo. El primer concierto fue «Omaira», un concierto original para trombón bajo. Pacho Flores conoció este concierto a través de Ximo y me llamó para decirme que quería tocarlo con un fliscorno de cuatro pistones. Stomvi le hizo uno y lo estrenó en Montevideo. Trabajar con estos solistas al principio da vértigo, pero luego te acostumbras.
―Vamos a hablar un poco sobre el título de la ponencia «Innovación y Tradición». ¿Cómo abordas tus composiciones, por ejemplo, cuando te pones a componer una sinfonía como «Remembrance»? ¿Qué pasa por tu cabeza para convertirlo en una obra como esa?
―La verdad es que no tengo una fórmula secreta. Lo que busco siempre en mis composiciones es la cohesión. Si no puedo explicar lo que he hecho, entonces siento que no está bien hecho. Para mí, escribir música es como cualquier otro trabajo, necesitas tener una paleta de recursos y mucha musicalidad. Escribir música no es tan difícil, pero hacerlo de manera cohesionada es clave para mí.
―Ahora la inteligencia artificial ya ha empezado a componer música, ¿qué te parece?
―Sí, he escuchado que hace maravillas, pero aún no me he metido en eso. Para mí es importante saber para quién voy a escribir. No es lo mismo componer para la Banda Municipal de Albacete o para una orquesta en Corea del Sur. Es importante que la composición sea adecuada para el grupo y para el director, pero sin que se convierta en algo demasiado específico.
―Tu música se ha interpretado en más de 20 países. ¿Piensas en el director o en el público que la va a escuchar? ¿Cómo manejas las diferentes sensibilidades?
―En general, cuando escribes de manera cohesionada, creo que tu estilo se vuelve reconocible. No me planteo demasiado el tema del público. Cuando la gente conoce tu lenguaje, sabe lo que va a escuchar, como con otros compositores con un estilo específico. Escribo de la manera más cohesionada posible y espero que la gente lo aprecie. La banda para la que escribes o el director que la va a dirigir es algo que está en mi cabeza de forma inconsciente. Estoy enfocado en el proyecto en concreto. Por ejemplo, hice un encargo para una banda amateur en San Antonio, Texas, para celebrar el 300 aniversario de la ciudad. El evento era grande, pero simple, así que usé un lenguaje apropiado. Creo que los compositores deben considerar para quién están escribiendo. Ya pasé la etapa de «este es mi lenguaje y es lo que va a sonar siempre». Debemos ser profesionales y escribir en función del encargo.
Remembrance, la obra cumbre
―Vamos a hablar un poco de «Remembrance». Es tu primera sinfonía y fue encargada por el certamen de Altea. ¿Qué significa para ti que te encarguen una obra así, especialmente con la figura de Carmelina Sánchez-Cutillas y el papel de la mujer que reflejas en la obra?
―Como te comentaba antes, mi música no suele ser descriptiva en el sentido de retratar paisajes o cosas así. Para mí, la idea general es lo importante, y en este caso, la figura de Carmelina Sánchez-Cutillas y su novela «Matèria de Bretanya» fueron el punto de partida. Cada año, en Altea, el certamen tiene un tema y en ese año era sobre la mujer, centrado en Carmelina. Aunque era una escritora alicantina, fue muy conocida en Cataluña. Me centré en su novela y, aunque mi música no describe nada específico de ella, intenté capturar la esencia.
En concreto, la novela «Matèria de Bretanya» es una transfiguración de la realidad, escrita en capítulos como pequeñas historias. La autora es muy descriptiva. Intenté reflejar eso en «Remembrance». El tema de la mujer está centrado en una señora, conocida como la mare Paula. En Valencia, la palabra «mare» significa «madre». Hay un capítulo que termina con una frase que dice: «Y cuando todo el mundo fue a enterrar a la mare Paula, los niños enterraron muchas cosas más». La novela es desde el punto de vista de un niño, que recuerda a esa mujer tan especial para ellos.
Intenté reflejar esto en la sinfonía, especialmente en el segundo movimiento, donde se centra el tema de la mujer, Carmelina, la novela y la mare Paula.
Director de banda
―Estamos llegando al final. Vamos a hablar sobre tu papel como director en la Unió Musical d’Albaida l’Aranya. Es una banda emblemática e histórica que acaba de cumplir 100 años. Cuéntame, ¿qué significa para ti dirigir una banda de tu comarca, probablemente la más conocida y grande de allí? ¿Cómo has vivido el centenario con ellos?
―En Valencia, como sabes, hay bandas en casi todos los pueblos, y muchas veces más de una. En el caso de Albaida, hay dos bandas en un pueblo de unos 6.000 habitantes. Es una banda con mucha tradición, y dirigir una banda de mi zona es especial porque conoces bien cómo funcionan las bandas allí. He dirigido otras bandas más lejos, y aunque el viaje no es el problema, debes acostumbrarte al tipo de banda, ya que no son todas iguales, incluso dentro de Valencia. Dirigir una banda de tu comarca tiene la ventaja de que conoces bien su funcionamiento. Llevo un año y medio con La Araña de Albaida y hemos hecho ya varios proyectos importantes, motivados por el centenario.
Es una banda emergente que estuvo un poco dormida, como muchas otras. Aun así, creo que el tema de la pandemia está saliendo más ahora que justo después de que pasara. Ha hecho daño, pero es mejor pensar en cómo solucionarlo. Por fortuna, las cosas se están recuperando, pero es importante acercarse de nuevo a los jóvenes. La pandemia afectó especialmente a los jóvenes que estaban en esa etapa de transición entre la niñez y la adolescencia. Ahora, como más mayores, les cuesta asumir responsabilidades.
―Eso será un tema recurrente estos dos días, cómo captar y retener a los jóvenes en las bandas. Pensando en esos jóvenes, algunos en conservatorio, grado medio o superior, que les gusta la composición, ¿qué pasos les aconsejarías para que lleguen a ser compositores?
―Siempre aconsejo lo mismo. Si quieres componer, debes atreverte. Yo encontré mi salida a la frustración como músico a través de la composición. Si no me hubiera atrevido a componer, no sería músico hoy en día. Me atreví a componer una pequeña obra, empecé con un poema sinfónico, luego hice cosas más pequeñas. El primer consejo es atreverse, y si realmente te gusta, dar el paso. Tienes que ser consciente de lo que escribes, y hay que asumir la responsabilidad de estudiar y conocer lo que puedas. No me refiero solo a la parte académica, sino a escuchar mucha música, como los escritores que leen mucho. Componer sin escuchar nada más es un error.